El nuevo rostro del trabajo en Iberoamérica: automatización, teletrabajo y los desafíos de la informalidad
Con España como laboratorio del futuro laboral iberoamericano
La revolución digital está reconfigurando el trabajo en todo el espacio iberoamericano. La automatización, la inteligencia artificial (IA) y el teletrabajo son fuerzas que transforman no solo la productividad, sino las relaciones sociales y el concepto mismo de empleo.
España, con su experiencia regulatoria pionera y una economía en proceso de digitalización avanzada, se ha convertido en un espejo donde los países latinoamericanos observan las oportunidades y los riesgos de esta transición. Mientras tanto, en América Latina —donde casi la mitad de los trabajadores se desempeñan en la informalidad— los desafíos son distintos, pero las lecciones son comunes.
1. España: un modelo de transición laboral digital con matices
Teletrabajo y regulación avanzada
España fue uno de los primeros países europeos en regular el teletrabajo de forma integral con el Real Decreto-ley 28/2020, que establece derechos como el “derecho a la desconexión digital”, la compensación de gastos y la voluntariedad de la modalidad remota. (BOE)
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2024 el 12,7 % de los ocupados trabajaban desde casa de forma habitual, frente al 4,8 % en 2019, antes de la pandemia. (INE)
Aunque el porcentaje bajó respecto a los picos de confinamiento (19 % en 2021), el trabajo híbrido se consolidó: uno de cada tres empleos en servicios, tecnología o administración pública puede desarrollarse parcialmente a distancia.
Automatización: más oportunidad que amenaza
Un informe del Banco de España (2024) estima que alrededor del 36 % de los empleos actuales tienen tareas que podrían automatizarse con tecnologías existentes, pero solo el 11 % está en riesgo real de desaparición. La clave está en la reconversión de habilidades y en la capacidad de los sectores de generar nuevos perfiles digitales. (bde.es)
Por ejemplo, la industria manufacturera española —especialmente en automoción y logística— ha introducido robots colaborativos (cobots) sin reducir drásticamente el empleo, porque ha reentrenado a su personal en tareas de control, mantenimiento o análisis de datos.
La jornada de 4 días y el bienestar laboral
España es además país piloto de la semana laboral de 4 días. El programa del Ministerio de Industria y Comercio (2024–2025) financia empresas que prueban reducir la jornada sin disminuir el salario, a cambio de mejoras de productividad. Entre los primeros resultados:
Aumento del bienestar y satisfacción laboral en 83 % de los trabajadores participantes.
Reducción del absentismo en 22 %.
Productividad estable o en aumento.
(elpais.com)
Estos avances ubican a España como un referente en la búsqueda de nuevas formas de equilibrio entre vida y trabajo, un debate crucial también para América Latina.
2. Iberoamérica: entre la informalidad y la digitalización desigual
Mientras España avanza en regulación y bienestar laboral digital, América Latina enfrenta una realidad estructural más frágil:
47,6 % de informalidad laboral regional, según la OIT (2024).
Brecha digital: cerca del 40 % de los hogares rurales aún carece de acceso estable a internet.
Escasa regulación del teletrabajo: aunque países como Colombia, Chile o Argentina han aprobado leyes, su implementación y control son débiles.
Sin embargo, hay señales positivas:
Chile lanzó en 2023 la Ley de Conciliación Laboral y Teletrabajo, inspirada en el modelo español.
Colombia reformó su legislación (Ley 2466 de 2025), incorporando modalidades de teletrabajo híbrido y transnacional.
México reconoció en 2021 el teletrabajo dentro de la Ley Federal del Trabajo, con derechos similares a los españoles (equipos, electricidad e internet pagados).
(bbc.com)
Estas reformas buscan formalizar el trabajo remoto, pero el desafío es trasladar la regulación al terreno real, donde millones de trabajadores informales, autónomos o de “economía gig” quedan fuera de cobertura.
3. Automatización y desigualdad: el riesgo del salto tecnológico sin red
La automatización no llega igual a todos. Según el informe de la OIT y el Banco Mundial (2024), entre el 26 % y 38 % de los empleos latinoamericanos pueden verse afectados por la IA generativa, aunque solo el 5 % podría desaparecer completamente. El resto requerirá recualificación profesional.
En España, la transición tecnológica está siendo acompañada por políticas activas:
El Plan Nacional de Competencias Digitales (2023-2026), con inversión de 3.500 millones de euros, busca formar a 1,25 millones de personas en habilidades digitales. (red.es)
El programa “España Nación Emprendedora” fomenta la creación de startups tecnológicas con enfoque ético y sostenible. (espananacionemprendedora.com)
En contraste, en América Latina los programas de capacitación digital aún son fragmentarios y dependen de organismos internacionales (CAF, BID, CEPAL). La región corre el riesgo de importar tecnología sin desarrollar talento local.
4. Retos compartidos
5. Hacia un futuro laboral iberoamericano más equitativo
El futuro del trabajo en la región debe construirse sobre tres pilares:
Formación digital universal
No solo en programación o IA, sino en alfabetización tecnológica básica. España puede servir de mentor para programas regionales de capacitación a distancia, compartiendo recursos abiertos y alianzas educativas.Regulación flexible pero inclusiva
Adaptar las leyes españolas de teletrabajo a la realidad latinoamericana, con atención a trabajadores autónomos, de plataformas o rurales. La cooperación iberoamericana (por ejemplo, a través de la SEGIB) puede armonizar estándares mínimos.Protección social transnacional
Crear marcos de protección social para el trabajador remoto transfronterizo, una figura creciente: empleados en Latinoamérica que teletrabajan para empresas españolas o europeas, pero sin garantías locales.
España se ha convertido en un laboratorio del trabajo digital, combinando automatización, teletrabajo y bienestar. América Latina, con su energía demográfica y creatividad tecnológica, puede aprovechar ese espejo para evitar errores y acelerar la inclusión.
El reto iberoamericano no es sólo adoptar tecnología, sino hacerlo con justicia: que la digitalización no sea una nueva forma de desigualdad, sino una vía hacia el trabajo digno, sostenible y humano.
La colaboración entre España y América Latina —desde universidades, gobiernos, empresas y organizaciones sociales— puede ser la palanca que defina el futuro del trabajo en el mundo hispanohablante: un futuro inteligente, pero también solidario.